Los riesgos o complicaciones tras la reducción mamaria son infrecuentes, te los describimos para que tengas la mejor información. El riesgo de hemorragia postoperatoria es muy bajo, aunque es normal la salida de una escasa cantidad de sangre y suero por los drenajes. Siempre existe un riesgo anestésico que es extremadamente pequeño. El anestesista realizará una consulta pre-anestésica y te prescribirá unos análisis y pruebas, para valorar tu estado de salud y los posibles riesgos. Durante toda la cirugía, el anestesiólogo estará a tu lado, controlando tus constantes vitales. La formación de cicatriz hipertrófica o queloide es es muy poco frecuente con las técnicas de sutura que utilizamos y los cuidados de la cicatriz que te recomendaremos en el postoperatorio. Para recolocar la areola-pezón en una posición más elevada, en ocasiones es necesario separarlo parcialmente del tejido mamario que lo rodea, dejando únicamente un puente o pedículo de tejido para proporcionarle el riego sanguíneo y la inervación. El grado de separación necesario, depende del tamaño de la mama y de la reducción que debamos realizar. Esta separación de los tejidos es la que puede provocar la pérdida de sensibilidad y la incapacidad para la lactancia, que pueden ser mínimas o inexistentes en casos leves, pero prácticamente totales, en los casos de grandes reducciones. Durante la intervención, se seccionan y estiran las fibras nerviosas de la mama, lo que provoca cambios de la sensibilidad en la areola y el pezón. Habitualmente la sensibilidad se recupera en el transcurso de varias semanas, durante las cuales puede notarse una sensación extraña al tacto que puede resultar desagradable. En las mamas muy grandes o muy caídas, puede no recuperarse completamente la sensibilidad del pezón, especialmente la sensibilidad erógena. Ocasionalmente puede presentarse en mujeres que requieren reducciones grandes, que son muy fumadoras o que tienen mala circulación. Una mala vascularización de la piel y de la areola, en algunas circunstancias conduce a la mala cicatrización o incluso pérdida parcial de piel de la mama o de la areola. Cuando esto ocurre, es necesario eliminar el área dañada y permitir que se produzca la cicatrización. Si la pérdida es importante, puede quedar una secuela cicatricial, con alteración de la pigmentación, que requiera una revisión en el futuro. Esta complicación es muy infrecuente. En general los resultados son muy satisfactorios, no obstante, hay que recordar que ciertas situaciones, como las oscilaciones de peso y los embarazos pueden modificar la forma de la mama. Puede aparecer asimetrías o diferencias de volumen, forma o altura de las mamas. El riesgo de infección es extremadamente bajo porque administramos antibióticos y realizamos una técnica meticulosamente estéril durante la intervención. Esta complicación es extremadamente infrecuente en nuestra experiencia y se trata con antibióticos.